Música en las aulas.
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Los tres primeros años de vida de un individuo marcan de forma esencial su desarrollo posterior, y hoy día sabemos que la música puede ser un potente vehículo para el desarrollo integral del niño, incidiendo en su desarrollo cognitivo, social, emocional, afectivo, motor, del lenguaje, así como de la capacidad de lectura y escritura.
Partiendo de la base de que el ser humano es en esencia musical y de que no existe cultura alguna en el mundo en la que la música no esté presente, ocupando en todas un papel preponderante, el empleo de la música y del desarrollo de la musicalidad infantil como vehículo educacional fundamental se presenta como un proceso muy natural que parte de esa musicalidad latente que existe en todos nosotros.
En todo el mundo, cuando los padres le hablan a sus hijos pequeños, ajustan sus voces para hacerlas más musicales, agudas y rítmicas. Se cree que esto se debe a que la voz con la que el bebé está más familiarizado es la voz materna, por acompañarle durante todo el proceso de gestación. Asimismo, ese tono musical, agudo y rítmico llama la atención del bebé, lo conecta de forma natural a los adultos que le rodean. Al igual que ocurre con las miradas sorpresivas.
Las investigaciones que se han referido al efecto de la música sobre el cerebro infantil han demostrado gracias a la reciente neurociencia, que una buena educación musical desde los primeros meses de vida, contribuye considerablemente al desarrollo global. Quizá la influencia más llamativa sea la que ejerce en nuestro cerebro, que es plástico y susceptible de adaptación. La educación y práctica musical pueden modificarlo para conseguir que sus dos hemisferios funcionen con más agilidad e integración, de modo más holístico. No sólo en funciones musicales, sino también en dominios como la memoria o la matemática.
Una estimulación musical, establece conexiones neuronales cada vez más fuertes y contribuye de forma notable al desarrollo de ambos hemisferios, repercutiendo especialmente en el derecho, que está especializado en lo no verbal: sensaciones, sentimientos y habilidades visuales y sonoras, como la música o el arte. Sin embargo la música también afecta al hemisferio izquierdo, relacionado con la parte verbal, la aritmética y la lógica. Además, la música sirve a su vez como herramienta terapéutica.
Asimismo, la música contribuye al aumento de la capacidad de memoria, atención y concentración de niños y niñas. Potencia la capacidad de resolución de problemas, es decir, el desarrollo de la inteligencia. Es decir, la actividad musical, tiene efectos profundos y duraderos sobre el modo de organizar el procesamiento general de la información en el ser humano. También constituye un medio de expresión y de comunicación no verbal, contribuyendo al desarrollo del lenguaje. Actualmente la ciencia baraja la hipótesis de que los mecanismos neuronales de la música podrían haberse desarrollado originalmente para comunicarnos de forma no verbal, antes de que existiese el habla como tal.
Del mismo modo, una buena educación musical trabaja la orientación espacial, el esquema corporal y el propio cuerpo a nivel psicomotriz a través de la danza y el movimiento rítmico. Fomenta la dramatización, la creatividad y el trabajo en equipo, la socialización. También actúa a nivel psicológico, emocional y afectivo, puesto que no pasa desapercibida, sino que la música siempre produce y evoca sensaciones, ya sean positivas o negativas. Puede decirse que la música actúa sobre todas las áreas del desarrollo.