Claves para elegir un buen juguete

Más del 50% de los juguetes que tiene tu hij@ en su cuarto no sirven para nada. Ni los que tiene el tuyo, ni los que tiene el mío, seamos sinceros. Y sin embargo, ahora que se aproxima el momento de redactar la carta a Sus Majestades de Oriente, ya estamos tod@s pensando en qué más pedir para satisfacer «supuestas necesidades supuestamente no resueltas»: los catálogos comienzan a llenar los buzones, la publicidad su habitual bombardeo… los peques lo quieren todo y sus papis y mamis, por qué no reconocerlo, también.

Pero luego pasa lo que pasa: la ansiada mañana llega, los paquetes más que abrirse se devoran, dos primeros días alucinantes… y a la estantería o al baúl junto a los otros: muñecas, coches, ordenadores infantiles, artilugios varios (siempre último modelo). ¡Este niñ@ no valora nada, se aburre enseguida! – escucho a menudo.

«Quizás se lo estemos poniendo todo demasiado fácil» es el argumento más habitual que viene a sustentar la idea de que «no valoran nada» porque tienen de todo. Puede que así sea. Puede que no. Lo que llevo un poco mal, lo reconozco, es esa tendencia a culpar al niño/a de algo que normalmente es responsabilidad del adulto, pero que éste no quiere asumir. Acusar a niños de 2, 5 o 7 años por su falta de ética de consumo y responsabilidad social suena a chiste, sobre todo cuando en muchos adultos estos valores brillan por su ausencia. Quizás merezca más la pena pensar qué podemos estar haciendo «no del todo bien» para tener las habitaciones en modo «overbooking» y cada vez a más niñ@s mortalmente aburrid@s.

EN QUÉ PENSAR A LA HORA DE ELEGIR UN BUEN JUGUETE:

– El 90% del juguete, es la niña o el niño que de él hace uso:

Nuestro pensamiento adulto céntrico nos lleva a valorar en un juguete aspectos tecnológicos, estéticos y comerciales (por ejemplo, marca) que para un niño/a pequeño carecen de valor. Sin embargo:

  1. ) Cuanto más haga el juguete por el niño, menos hará el niño, es decir: más inútil será el primero. Un juguete al que le falta hacerte la cena no deja al niño jugar. Es lógico que se quede aparcado en un rincón a la primera de cambio. Si sólo permite un modo de juego correcto, si no deja «sacar los pies del plato» (que es en definitiva lo que uno debe hacer cuando juega: innovar, experimentar, crear), será muy chulo, pero poco más.
  2. ) Cuando más condicione nombre o marca, más oportunidades de juego espontáneo y no estructurado se pierden: es indudable que a todos los niños les gustan los personajes de sus series favoritas y son los que habitualmente piden para jugar. Pero las posibilidades de creación y espontaneidad que ofrece la famosa muñeca sirenita son bastante inferiores a las de otra muñeca de «marca blanca» y sin rol predeterminado. Con la segunda un niño o niña puede crear desde 0. Con la primera parte de la creación viene con frecuencia condicionada.

AVISO: Aspirar a que nuestro niños/as prescindan de sus personajes favoritos es una gran utopía. Pero siempre es posible cuidar la variedad de opciones que ofrecemos. Los adultos sabemos que si alguien puede sacar una nave espacial de una simple caja de cartón, ése es un niño/a. No les subestimemos ni apoyemos por sistema la pérdida de semejante tesoro.

– El juguete es para el peque, no para tí:

Tod@s hemos crecido con anhelos incumplidos, para qué lo vamos a negar. Esa pista de carreras o el proyector de cine de moda, la casita de los muñecos de la tele o el perrito que anda, ladra, hace pis y da la pata. A todos los padres y madres nos sale de dentro esa tendencia a «darle a nuestros descendientes aquello de lo que carecimos». Pero seamos honestos con nosotros mismos. Hay NECESIDADES y «necesidades». Proyectar nuestros sueños incumplidos en nuestros hijos puede llevarnos a generar falsas urgencias guarderia_juegos_2que a la larga dificultan una parte importante de su desarrollo como personas: saber quiénes son, qué desean y cuánto lo desean, anhelarlo, luchar por ello, celebrar éxitos y superar «derrotas» (o más bien, incorporar aprendizajes). Dejando todas estos estos argumentos tan profundos e importantes a un lado, hagamos otro planteamiento más concreto y «palpable»: Si al abrir el paquete el que chilla de ilusión eres tú, asume que tu hijo puede disfrutar contigo (y en ese caso, llevará «de rebote» el mejor de los regalos, que es tu compañía), pero no te mosquees si no lo alucina en colores. Quizás sus anhelos o necesidades actuales van por otros derroteros.

– El tiempo es oro.

Jugar es el trabajo de nuestros niños/as, y eso es algo que los adultos normalmente no comprendemos. Gracias al juego se adentran en el funcionamiento del mundo: sensorial, emocional, social. Jugando exploran, simulan roles, aprenden a resolver conflictos, experimentan lo posible y lo imposible. Una niña jugando es una pequeña científica con capacidad suficiente como para realizar por sí sola (o con un LIGERO apoyo) muchos de los grandes descubrimientos que nos atribuimos como especie: la fuerza de la gravedad, el uso de la rueda, el poder del diálogo en la resolución de conflictos, la variedad de colores que pueden surgir combinando tan sólo los primarios… Gracias al juego también desarrollan las capacidades y habilidades que les acompañarán durante su vida adulta: motricidad fina, gruesa, pensamiento lógico-matemático, habilidades sociales, aptitudes verbales y lectoescritoras… Puede que en toda nuestra vida no realicemos una tarea ni tan variada ni tan completa. Y sin juguetes-educativosembargo, aquellos que pasamos más de 8 horas diarias trabajando a veces en cosas que ni nos motivan ni nos dan para vivir como quisiéramos, acortamos el tiempo de juego libre de un niño/a a la mínima expresión, relegándolo a la posición de «aquello que se hace cuándo no hay otra cosa que hacer» (hoy por hoy y con estas agendas, nunca).

«Se pasa el día jugando» es un reproche adulto de lo más habitual. Pero es que ni saben ni deben hacer otra cosa que ver y vivir la vida como un juego. Y para colmo, con frecuencia ni tan siquiera esto es cierto: es comenzar una actividad, persistir en ella más de diez minutos, y al que hace once el adulto impaciente comienza a resoplar o suelta un «¡¡¡Ea, ya has jugado!!! Ahora vamos a…». Pero por favor…!¡ASÍ NO HAY QUIEN TRABAJE!. Se repite con frecuencia la frase de «qué pena que tras los Reyes sólo tengan un día para jugar» y lo que verdaderamente da pena es que sea casi el único día en que les permitiremos hacerlo.

– Cantidad y variedad, totalmente indispensables.

Los niños tienen que tener juguetes. Bueno no. Más bien los niños tienen el DERECHO A JUGAR. Y ya hemos visto que, además de un derecho, es casi una obligación. Sobre si hacerlo con o sin juguetes ya podríamos hablar más, porque de casi todo y con casi todo se puede montar un juego tanto o más divertido y provechoso que el comercial. Pero asumiendo que en nuestra cultura este tipo de función la asumen por lo general los juguetes, a la hora de seleccionarlos es importante que:

  1. ) Tengan suficientes: no existe un número exacto y no es bueno sobrecargar, porque se saturan y casi siempre usan los mismos obviando otros que «por formar parte del decorado» quedan relegados a un segundo o tercer plano cuando quizás tienen mucho que aportar (es mejor ir rotando los que tenemos en casa que presentarlos todos a la vez precisamente por este mismo motivo). Pero, por muy imaginativo que sea nuestro hijo/a, con un par de juguetes y sin ninguna otra opción tampoco se va a ninguna parte. ¿Cantidad? La justa para ofrecer una variedad de experiencias y animar a su uso y exploración. Si parece que tu hijo «no se entretiene con nada» (argumento que me plantean con frecuencia las mamis y papis de los más peques), en vez de dejar de ofrecerle juguetes, prueba a revisar los que tiene y si estos saeducativotisfacen sus necesidades: quizás la clave sea una buena elección y no precisamente la cantidad.
  2. ) Sean variados: Con la cantidad de aspectos que se pueden potenciar con los juguetes, asegurarnos de ofrecer materiales que abarquen las diversas áreas del desarrollo y se ajusten a las inquietudes que en cada etapa que nuestros chic@s puedan presentar, es la mejor manera de garantizar su uso.
  3. ) Los tengan cuando sean necesarios: Puesto que son instrumentos de trabajo, no soy de la opinión de ofrecer juguetes a los niños tan sólo en fechas señaladas. Las cosas que realmente como educadores consideremos necesarias es adecuado proporcionárselas cuando lo consideremos oportuno. En este apartado hay opiniones para todos los gustos, pero creo que es importante diferenciar entre «grandes adquisiciones» o «lujos» y elementos necesarios. No entraré en los chantajes y amenazas pre-navidad, eso lo dejaremos para más adelante.

– El juguete, un espejo del mundo.

Precisamente porque gracias a él conocerán el mundo en el que viven y desarrollaran sus primeras habilidades y valores, es muy importante ser críticos con el material que les ofrecemos. Esto no pasa necesariamente por obviar nada, pero sí por saber qué mensaje aprenden nuestros hijos cuando lo adquirimos y/o juegan con él y decidir si estamos dispuestos a ofrecérselo o no. En este apartado juegan un papel muy importante la coeducación, la violencia, la conciencia medioambiental o de consumo… Por poner tan sólo unos ejemplos, ¿defendemos nosotros, como adultos, el consumo en cantidad o de calidad? ¿Creemos en la igualdad entre hombres y mujeres? ¿Nos preocupa la crisis nacional y apoyamos la recuperación del pequeño comercio? ¿En qué medida los juguetes que adquirimos y cómo los adquirimos transmiten estas enseñanzas a nuestros hijos?

– Nothing compares to you.

Así reza la canción y así la canto. Si tu hija tiene una habitación de princesa Disney digna de un catálogo de interiorismo y aun así se pasa la tarde jugando en el salón «a tu vera» y ni con la mega piscina de bolas consigues que pase tu hijo pase un rato en su cuarto (salvo que le visite algún amigo), siéntete afortunad@… y aprovecha mientras puedas. Creo que una de las consultas que más frecuentemente atiendo es el famoso «aún no juega sólo» y como madre que soy no puedo evitar verme en unos años, vernos a tod@s, persiguiendo a nuestros adolescentes y adultos jóvenes por cada esquina: a ver si logramos arrancarles un beso o «juegan un ratito con nosotros». Precisamente por ser el trabajo de un niño, es el del juego el lenguaje que mejor hablan a cortas edades. Complicidad, conocimiento y sincronías mutuos como los que se alcanza en un momento de juego real con tu hij@ (cuando los adultos conseguimos realmente jugar y obviamos Whatsapp, portátil, tele y palomas mensajeras varias) son de un valor incalculable. Redúcele «las chascas» del dormitorio a la mitad y  pasa el doble de tiempo con él. Verás cómo ambos ganáis con el cambio.

– El dinero no da la felicidad…

… y nadie dijo que fuesen necesarias grjuguetes-reciclados-con-cajas-de-carton-5andes inversiones para pasar un rato de lo más entretenido y productivo. Reutilizar, reinventar, reciclar… pueden ofrecernos soluciones originales y a veces incluso más funcionales que buscar en una tienda algo que ya existe (y a lo mejor ni siquiera es lo que buscábamos). Desarrollan la creatividad, favorecen el pensamiento alternativo y además !transmiten valores! ¿Se puede pedir algo más? (quizás sí… tener tanta inventiva como tienen nuestros peques… jejejeje).

– Puede que a tí no te sirva… pero quizás a otr@ sí:

Si has llegado a estas alturas del post, puede que te atrevas a considerar si todo lo que almacenáis ahora mismo en la «leonera» infanto-juvenil es realmente necesario. Si no es así… ¡no lo tires! Como el movimiento se demuestra andando, la venta, el trueque y la donación son tres alternativas que seguro os resultarán muchísimo más enriquecedoras que el deshaceros sin más de algo que, posiblemente, pueda resultar de utilidad para otras personas. Aprender a deshacernos de las cosas, a fluir, a no anclarnos en lo material y a renovarnos es algo muy complicado, máxime cuando se nos educa en la posesión y en el «eres lo que tienes». Pero ¿y si salimos de nuestra zona de confort y exploramos otras posibilidades? ¿Y3732-2-10-consejos-para-reciclar-los-juguetes-de-los-ninos si lo que necesitamos no tiene que ser necesariamente nuevo y vendiendo o adquiriendo de segunda mano ahorramos al tiempo que prolongamos la vida útil de un objeto? Y aún mejor… ¿y si prescindimos del «poderoso caballero» y trocamos, explorando los horizontes del valor subjetivo de las cosas? ¿No sería estupendo que nuestros peques crecieran sabiendo que si algo ya no nos sirve no hace falta esclavizarse a él sino que puede dejarse ir hacia otras personas que puedan necesitarlo? ¿Y si además de trocar, consideramos el donar porque no todo en esta vida tiene por qué hacerse esperando recibir algo a cambio?

Quizás del juego infantil no sólo puedan aprender los propios niños/as…

Espero que el megapost de hoy os haya resultado de interés o ayudado a reflexionar: si es así y pensáis que a otras personas también pueden interesarles, por favor, compartid. Y si tenéis cositas que aportar, bienvenidas sean. Así, entre tod@s, poco a poco lo iremos haciendo mucho mejor. Esa es la idea, ¿no?.

Carmen Allepuz

Directora @ CEI Monkey Dos Hermanas.

www.ceimonkey.com – info@ceimonkey.com

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